Opinión | BABOR Y ESTRIBOR

Houdini

Aseguran los entendidos que Harry Houdini fue el último gran ilusionista, al que nadie ha igualado en el arte del escapismo. Hasta que llegó Pedro Sánchez, eso lo digo yo, a quien equivocadamente creímos ver condescendiente el miércoles en la réplica a Alberto Núñez Feijóo. Una bajada de guardia meramente estratégica, así lo supimos ayer en boca de Félix Bolaños, ministro y ayuda de cámara, al asegurar en la Ser que el acuerdo que él mismo selló 24 horas antes con Esteban González Pons en la sede de la UE, para el PSOE «no es vinculante en el nuevo sistema de elección de jueces». ¿Cómo? Pues eso, solo un día ha tardado el sanchismo en descubrir sus cartas utilizando la ductilidad de la semántica, marca de la casa. Qué harto sufrido es el lenguaje, igual que efectista, manejado por liantes profesionales.

Arte de embaucar

Si en el actual inquilino de La Moncloa Pictures advertimos paralelismos con Houdini, resulta inevitable buscar entre aquellos más aplicados en el arte de embaucar, por tal de comparar. Entonces surge el nombre de Victor Lustig, cuya biografía queda resumida en la definición que hizo del sujeto la prensa parisina de entreguerras: «El hombre que vendió la Torre Eiffel dos veces».

Ante el aviso de Bolaños de meterla doblada en la ejecución del acuerdo sobre el Consejo General del Poder Judicial, Feijóo ha sido claro como el agua de Benassal, señalando que el PP no aprobará la nueva ley de elección de los jueces del CGPJ «si el PSOE no la admite en su totalidad». Atentos al nuevo cambio de opinión de Sánchez.

Periodista y escritor