Opinión | La rúbrica

Hacerse cruces

El monumento franquista en forma de cruz que estaba en el parque Ribalta atentaba contra la dignidad de las personas. Por mucho que se quisiese resignificar su imagen, la historia de sangre, odio y fascismo que le acompañaba era inaceptable.

Por eso, el anterior gobierno de progreso liderado por el PSPV, en aplicación de las leyes de Memoria Histórica y Memoria Democrática, aprobó retirarla, cumpliendo así una resolución de la Dirección General de Calidad Democrática de la Generalitat valenciana. Porque otra decisión hubiese sido, sencillamente, prevaricar.

Respetamos la decisión ahora del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Castelló de considerar que no había que haber aplicado las citadas leyes, auto que por cierto todavía no es firme, pero no admitimos la nueva campaña tóxica, demagógica y absurda de PP y Vox, acusándonos de ir contra la libertad religiosa.

Nuestra decisión fue una decisión contra los vestigios franquistas, y este monumento lo era, respetando en todo momento la cruz como símbolo religioso, hasta el punto de que fue cedida al Obispado.

Que ahora el Partido Popular tenga la sorna de querer pedirnos que devolvamos los 80.000 euros que costó quitar esta oda al fascismo y diseñar un parque en su lugar es surrealista, porque que lo pida el partido de la corrupción, el que saqueó las arcas públicas de tantas instituciones, sí es para hacerse cruces, confesarse y pedir perdón.