Análisis

¿Por qué ERC cedió a Junts la presidencia del Parlament? Las claves de la decisión y el impacto en la investidura

La decisión de los republicanos resultó incomprensible para varios diputados que, ajetreados, corrían por los pasillos de la Cámara a escasos minutos de la votación para la elección de la Mesa

Salvador Illa felicita a Josep Rull tras ser elegido presidente del Parlament.

Salvador Illa felicita a Josep Rull tras ser elegido presidente del Parlament. / ZOWY VOETEN

Júlia Regué

Esquerra tenía hasta tres ofertas encima de la mesa para hacerse con la presidencia del Parlament, pero la cedió a Junts. La decisión de los republicanos resultó incomprensible para varios diputados que, ajetreados, corrían por los pasillos de la Cámara a escasos minutos de la votación para la elección de la Mesa. Hubo dudas sobre si se trataba de un globo sonda para dinamitar otros o acuerdos o si, finalmente, los republicanos se plegaban a que a Josep Rull se quedara con el control de la segunda autoridad de Catalunya. Hubo señales que indicaron que todo estaba bajo control: los Comuns andaban tranquilos, no se aferraban a tener un puesto, y el PP cargaba contra el PSC por no darles el sitio que creen que merecían al cosechar 15 diputados. Los socialistas pensaban más en la investidura de Salvador Illa que en el resultado de la votación.

¿Cómo se explica que ERC deje en manos de Junts este puesto de poder? Hay varios motivos. El más profundo, su propia crisis interna. Oriol Junqueras dimitió a primera hora como presidente del partido, y entregó así todo el aparato a Marta Rovira. La secretaria general es quien pilota las negociaciones tras las elecciones catalanas, mientras dibuja un candidato a plantar cara a Junqueras en el congreso del próximo 30 de noviembre. Rovira se ha reunido esta última semana con dirigentes del PSC, los Comuns y Junts; con la premisa de que la cuota de poder no era tan importante como tener las manos libres para decidir sobre la posterior investidura y mantenerse en el centro del tablero. Necesitan ganar tiempo, sin presiones, y asumen que con 20 diputados, pese a ser cortejados por otros partidos, sería visto como un acto de repsonsabilidad que se lo quedara el segundo partido en votos, Junts.

La fuerza negociadora ante el PSC

Si ERC se inclinaba por pactar con el PSC y los Comuns, se visualizaba ya un tripartito de izquierdas que les restaba fuerza y les condicionaba en las conversaciones que se inician a partir de hoy para la investidura. Fuentes de la formación recalcan que su prioridad es lograr un acuerdo de financiación singular para Catalunya, y que los socialistas cedan en ello, teniendo en cuenta que Illa requiere de sus votos a favor para ser elegido. Si, en cambio, los republicanos ponían la primera piedra para recuperar la unidad independentista, se podían exhibir como un actor predispuesto a rehacer puentes, y no sujeto a los posibles acuerdos con los socialistas que, en parte, creen que explican su debacle electoral. Pero hay un motivo que les forzó, que es que Junts se empeñaba en quedarse con la presidencia y que la CUP aceptaba el nombre de Rull para ejemplificar que un dirigente que fue preso regresa ahora a la primera línea. Todo ello, sin que generara resquemor en los Comuns, pendientes de los pasos de su líder nacional, Yolanda Díaz, que anunciaba una hora antes del pleno su dimisión como coordinadora de Sumar.

La elección entre Illa y Puigdemont

Pero hay una explicación que no es otra que salir indemnes. La presidencia de la Mesa es quien decide cuál es el primer candidato a intentar ser investido y varias fuentes apuntaban que la idea de Junts era dar aire a Carles Puigdemont. El expresident puede quedar atrapado en sus propias promesas: su regreso para la investidura y la voluntad de oficiar un debate sobre su postulación en el Parlament. Voces posconvergentes señalaban que la jugada puede pasar por forzar que Illa sea el primer candidato, y no Puigdemont, algo que pondría en aprietos a los republicanos, tratando de presionarles para que no pacten con los socialistas, o que se decanten por hacer correr el reloj indicando que no hay dirigente con una mayoría que le aúpe hasta el Palau de la Generalitat y, así, ir acortando los plazos hacia una repetición electoral que creen que les haría ganar peso.

En Esquerra se preparan ya para negociar, aunque la última palabra la tendrán los militantes. Falta por ver si el PSC se abre a hablar de la financiación y si Junqueras y Rovira emitirán mensajes en favor o en contra de un acuerdo por Illa. En una investidura de Puigdemont lo tienen fácil, ya no dependerá de ellos el turno de su debate, ni tampoco su fiasco, porque que sea 'restituido' depende solo de una abstención socialista que Illa ya descarta en catalán, en castellano, en inglés y en francés.

Suscríbete para seguir leyendo