Una figura ‘olvidada’ por la historiografía

Peñíscola (re)descubre al artista Jacinto Salvadó

El edificio Casa del Agua inaugura el 1 de julio una exposición en homenaje a uno de los pintores españoles que participó en las vanguardias adscrito a la llamada Escuela de París

El artista catalán en su estudio, en una de las primeras etapas de su trayectoria artística.

El artista catalán en su estudio, en una de las primeras etapas de su trayectoria artística. / MEDITERRÁNEO

Eric Gras

Eric Gras

A lo largo de la historia hay personas cuyo trabajo queda eclipsado, bien porque hubo otros que se consideraron mejores y más relevantes, bien porque fueron silenciados a propósito por cuestiones políticas. Es un deber para casi todos recuperar a esas figuras olvidadas por la historiografía oficial, algo que, poco a poco, a un ritmo quizá demasiado lento todavía, está sucediendo ahora con aquellas mujeres que nunca obtuvieron el reconocimiento que merecían por el mero hecho de ser mujer. 

¿Alguien sabe quién fue Jacinto Salvadó? Muchos historiadores del arte probablemente puedan responder de forma afirmativa, aunque siempre existe la posibilidad de que lo recuerden por algún acontecimiento más anecdótico que otra cosa, como por ejemplo, haber sido el modelo, vestido de arlequín, en al menos cuatro de los cuadros que Pablo Picasso pintó en 1923

¿Fue Salvadó, únicamente, un modelo para el genio malagueño? No, ni mucho menos. Eso es algo que la exposición que se inaugura este 1 de julio en el Edificio Casa del Agua de Peñíscola pondrá de manifiesto, ya que Jacinto Salvadó contó con una dilatada trayectoria como pintor.

A partir de los años 80 se inició una lenta pero constante recuperación de su figura.

A partir de los años 80 se inició una lenta pero constante recuperación de su figura. / MEDITERRÁNEO

Exposición en Peñíscola

Comisariada por Basilio Muro, esta muestra que se titula Homenaje a Jacinto Salvadó sirve como tributo pero también como una oportunidad para (re)descubrir la figura de un artista que comenzó su andadura en Barcelona, donde se formó en la conocida escuela de la Llotja, para posteriormente viajar a Marsella, ciudad en la que pasó cinco años y estudió bajo las directrices de un pintor pompier local. 

Tras algunas visitas esporádicas a París, capital mundial de las artes y la modernidad en aquellas décadas de los años 20 y 30, finalmente se instaló allí para trabajar primero como ilustrador en un periódico y como decorador en unos grandes almacenes. Después de unos años de formación en la conocida academia La Grande Chaumière, «su obra fue incluida en los principales salones del momento —Tullerías y Otoño— y reseñada por los principales críticos de entonces —Waldemar George, Uhde y Charensol—», explica Guillermo Gómez-Ferrer, comisario de la muestra que en 2002 le dedicó el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

Esa exposición en el MNCARS supuso la primera gran revisión del valor de la obra de quien fue uno de los pintores españoles que participó en las vanguardias adscrito a la llamada Escuela de París. No obstante, su escasa relación con el grupo de españoles residentes en la capital parisina fue la causa, más que probable, de una inmerecida ausencia historiográfica que desde ese 2002 viene subsanándose hasta el punto de situar a Salvadó en el lugar y el contexto que merece dentro de las corrientes renovadoras de la vanguardia europea.

Una de las obras de Salvadó de sus últimas etapas.

Una de las obras de Salvadó de sus últimas etapas. / Jacinto Salvadó

Un pintor inquieto

La primera exposición de Salvadó se celebró en Barcelona en la mítica Sala Dalmau (1921), en la que se incluyeron varias de sus obras al fresco, además de óleos y retratos, aunque sería en París donde logró que su trabajo cobrara más fuerza y relevancia. No se sabe a ciencia cierta si Picasso tuvo algo que ver en ello, ya que el malagueño, como pago por haber posado para sus cuadros, se encargó de vender tres obras de Salvadó a un conocido marchante de la época. Lo que sí se sabe, gracias a los estudios de especialistas como Gómez-Ferrer, es que, para muchos, el artista de Mont-roig del Camp suponía un ejemplo de modernidad adaptada a las tradiciones españolas. No en vano, la crítica lo definió como «uno de los pintores más destacados de la nueva generación, con inquietud fecunda…capaz de poner su tormento al servicio de las necesidades de la expresión plástica… que realiza un arte de exaltación y desorden». Asimismo, no hay que olvidar que Salvadó fue uno de los pioneros en exponer en el Salon des Réalités Nouvelles de París, salón clave en la exhibición del arte concreto no figurativo.

Su trayectoria vivió diversos cambios creativos, adhiriéndose a la estética informalista durante la década de los 60, y retomando en los 70 la abstracción geométrica con unas pinturas de gran belleza cromática y composición plástica. 

Para Peñíscola, asegura el alcalde de la localidad, Andrés Martínez, es «un honor y una suerte acoger parte de la obra de Jacinto Salvadó en una exposición única, cuidada y generosa», que se podrá visitar hasta el 22 julio