El primer premio de la sección especial en les Fogueres 2024 tiene origen castellonense

La geometría nos rodea, forma parte de nuestra vida aunque no nos detengamos a analizarlo. De tan cotidiana acaba siendo invisible. Está de manera física, pero también simbólica, en el lenguaje, convertida en inspiración y expresión artística. Este año, una obra surgida de ese concepto ha sido la ganadora del primer premio de la sección especial de les Fogueres, de Alacant. La ideó un vallero.

Carlos Corredera no es nuevo en estas lides. Dos décadas de experiencia en el mundo del diseño vinculado con la fiesta son su mejor aval, y en su currículum, este premio no es el primero. Probablemente, tampoco será el último.

La Foguera Florida Portazgo ya contó con él entre 2008 y 2010, con la misma suerte. Esos tres años subieron a lo más alto del pódium alicantino gracias a la imaginación y la creatividad de un hombre que vive el arte efímero con una filosofía tan inspiradora como su obra, «vaciamos para llenar de nuevo. Es una oportunidad de cerrar un etapa para iniciar otra diferente».

El diseño y el guión que le da sentido, materializados por el artista Pere Baenas, conjugan desde la armonía matemática un pensamiento del autor, el de cómo el lenguaje metafórico está lleno de líneas que en su trazo crean formas y también mensajes: triángulos amorosos, círculos viciosos o mentes cuadriculadas.

Contar historias

Valora que, tras tantos años haciendo gala de su solvencia artística, «me he ganado que me den libertad creativa y esa idea, la de la geometría, que utilizo mucho en mis ilustraciones, en las que empleo muchas líneas rectas, sabía que en algún momento se convertiría en una historia». Porque Carlos diseña sus monumentos como el que guioniza una película.

Su relato ha cautivado al jurado. Tanto que lo han premiado. Han escogido la hoguera que un día pensó este vallero como la mejor de Alicante. Y Corredera está muy agradecido por ello, pero convierte ese éxito en una ventana a la reivindicación. Remarcando la gratitud por la distinción, expone su disconformidad con la competitividad a la que quedan reducidas estas fiestas, como sucede con las Fallas. «No me gusta que al final solo una o dos comisiones estén contentas, porque los premios acaban definiendo al jurado, sus gustos. Si otras personas hubieran tenido que decidir, el resultado habría sido diferente».

Defiende el reconocimiento de este formato artístico como una oportunidad de sacar a la calle una forma de expresión única, en la que no siempre se conoce quién está detrás. «Nos resulta impensable que no se sepa quién es el director de una película, pero en este mundo, hasta hace unos años, aún era un tabú identificar al diseñador». Las cosas pueden cambiar, sin afectar a la tradición. Ganar podría ser lo de menos, crear solo por compartir podría mejorarlo todo.