La resaca inmobiliaria deja 94 millones de m2 de suelo urbanizable residencial en Castellón

Castellón acumula el 31,43% del conjunto del estoc calificado formalmente en la Comunitat

Solo Peñíscola y Cabanes absorben más de la mitad del terreno reservado para viviendas, con 50 millones

Imagen aérea de la ciudad de Castelló, que cuenta con más de un millón de metros de suelo urbanizable

Imagen aérea de la ciudad de Castelló, que cuenta con más de un millón de metros de suelo urbanizable / Mediterráneo

L. Ballester / M. Amoriza

La provincia de Castellón acumula el 31,43% de los terrenos calificados formalmente como suelo urbanizable residencial en la Comunitat Valenciana. Son casi 95 millones de metros cuadrados de suelo, de los que cerca de 50 se hallan ubicados en dos localidades, Peñíscola y Cabanes. En el primero, la culpa de esta abultada cifra la tiene un antiguo plan, que data de los años setenta, al igual que el plan general urbanístico de la población que, sin embargo, está hoy enclavado en parte en la Serra d’Irta y otras zonas protegidas por leyes supramunicipales como el Pativel, que hacen inviable de partida su ejecución para la construcción de viviendas, tal y como confirma el alcalde de la población, Andrés Martínez.

Planes antiguos

En el caso de Cabanes, también son reminiscencias antiguas y de difícil, por no decir imposible, recuperación, las que afectan a varios millones de metros cuadrados de suelo calificado como urbanizable y vinculado al proyecto nunca iniciado de Marina d’Or de construir un parque denominado Mundo Ilusión en el municipio.

Viable o no, «la Comunitat Valenciana dispone hoy de unas ingentes reservas de suelo susceptibles de acoger actuaciones urbanísticas residenciales. Un total de 301 millones de m2 de suelo urbanizable residencial y 39 millones de m2 de suelo urbano residencial no consolidado (sin incluir el urbanizado con algún porcentaje variable de edificación)».

Son cifras cifras que surgen del Inventario del Suelo Urbano y Urbanizable elaborado por la Conselleria de Política Territorial y que recogen el catedrático de Geografía y exconseller Eugenio Burriel y el urbanista Gerardo Roger Fernández en el artículo El urbanismo valenciano en el siglo XXI, publicado en la obra Territorios en transformación: oportunidades y propuestas frente a las crisis.

Una reserva de suelo creada «como consecuencia de los megalómanos planes urbanísticos aprobados durante la burbuja y de la parálisis inmobiliaria posterior». La cifra de 340 millones de metros cuadrados de suelo urbanizable y urbano residencial «muestran con claridad que no existe un problema de oferta de suelo para atender las necesidades de vivienda y de las actividades económicas y por tanto no tiene sentido seguir insistiendo en la necesidad de reclasificar más suelo urbanizable», concluyen Burriel y Fernández.

La ubicación

Aunque además de la cantidad, también cabe reparar en la ubicación. «Una gran parte de las reservas de suelo está situado en zonas turísticas o de poca viabilidad», pero también «en las principales ciudades y su entorno, donde se concentra la mayor parte de la población y de las necesidades de vivienda, hay suelo residencial disponible (urbanizable y urbano no consolidado) más que suficiente para atender la demanda de muchos años», advierten el catedrático de Geografía y el urbanista.

Los primeros doce municipios de toda la Comunitat Valenciana con más de 50.000 habitantes tienen «unas reservas de suelo totales de 25 millones de metros cuadrados», de los que Castelló y Vila-real reúnen cerca de dos millones. 

Decrecer

Ambos autores plantean la opción de decrecer respecto a los nuevos crecimientos urbanos. «Un análisis detallado de la localización del suelo urbanizable residencial muestra que una gran parte de este estoc no resultaría racional desarrollarlo», advierten Eugenio Burriel y Gerardo Roger Fernández Una propuesta que plantean por dos razones. La primera es que la reserva de suelo de 301 millones de suelo urbanizable residencial «en muchos casos se trata de planes municipales que plantean crecimientos residenciales absolutamente desmesurados».

Y la segunda es que «la mayor parte de estos suelos están situados en las comarcas litorales turísticas (el 54%), zonas en las que no es previsible, ni aconsejable, una demanda de tal intensidad». Por ello, tanto Burriel como Fernández concluyen que «esta enorme cantidad de suelo clasificado supone una amenaza latente de volver al modelo desarrollista y especulativo, que algunos sectores siguen añorando». Por ello ven «urgente aprobar nuevos planes que desclasifiquen ese enorme exceso de suelo y dejen una oferta ajustada a un modelo de urbanismo sostenible. 

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