ENTREVISTA

Miquel Armengot, dermatólogo del Hospital General de Castellón: "La incidencia del melanoma aumentó un 40% en cinco años"

El especialista advierte que uno de cada tres casos de este tipo de tumor maligno se está diagnosticando en menores de 40 años, siendo uno de los más frecuentes en adultos jóvenes

El doctor Miquel Armengot, dermatólogo responsable de la consulta de Melanoma del Hospital General de Castelló

El doctor Miquel Armengot, dermatólogo responsable de la consulta de Melanoma del Hospital General de Castelló / MEDITERRÁNEO

Carmen Tomás Armelles

Carmen Tomás Armelles

¿Cuál es la incidencia del melanoma y del cáncer de piel? 

En la piel existen dos grupos principales de tumores malignos: El melanoma, en el que nos centraremos más por su importancia, y los carcinomas. Los carcinomas son extremadamente frecuentes. Se calcula que aproximadamente una de cada cinco personas en nuestro entorno desarrollará alguno a lo largo de su vida. Suelen aparecer en zonas expuestas de forma crónica al sol (como la cara o, en personas con alopecia, el cuero cabelludo) en forma de lesiones abultadas con tendencia a crecer y a ulcerarse. En estos tumores la agresividad es fundamentalmente local y no tienen el potencial metastásico del melanoma, aunque como aparecen en zonas muy visibles y de alto valor estético como la cara, pueden llegar a tener un gran impacto en la calidad de vida si no se tratan a tiempo. El melanoma, aunque mucho menos frecuente, es el más relevante por su agresividad y potencial metastásico (es la causa más frecuente de muerte por cáncer de piel). A diferencia de los carcinomas, aparece más en zonas de exposición solar intermitente (zonas donde el sol solo incide en ciertas épocas del año o al realizar actividades al aire libre, como el tronco y las extremidades, clásicamente en forma de una mancha oscura heterogénea que va aumentando de tamaño). Según los datos del Sistema de Información sobre el Cáncer de la Comunitat (SIC-CV), la tasa de incidencia anual en la provincia de Castellón se sitúa en torno a doce casos por cada 100.000 habitantes, dato superponible al descrito para el resto de España. Esto significa que cada año en nuestra provincia se diagnostican un promedio de unos 70 melanomas. 

¿En qué estadio suelen diagnosticarse los melanomas? 

Por suerte, actualmente la mayoría de los melanomas se diagnostican en fases tempranas, en las que tienen altas tasas de supervivencia. No obstante, siguen diagnosticándose melanomas en fases avanzadas con mal pronóstico. Cabe destacar que, aunque la media de edad al diagnóstico es de alrededor de 55 años, uno de cada tres melanomas se diagnostica en menores de 40 años, siendo uno de los cánceres más frecuentes en adultos jóvenes, grupo de edad en el que la incidencia está creciendo especialmente.

¿Va al alza y por qué? 

El melanoma es uno de los tumores malignos cuya incidencia ha aumentado más rápidamente en los últimos años. En España, entre los años 2015 y 2020 se incrementó en un 40%. Como posibles causas que expliquen este incremento encontramos cambios en los hábitos de exposición al sol, con un aumento de las exposiciones intermitentes, quemaduras solares por no adoptar las medidas adecuadas de protección en edades críticas (especialmente adolescentes), así como la búsqueda activa del bronceado en una sociedad que cada vez da más valor a la imagen corporal. El uso de cabinas UVA también se ha relacionado con el incremento del riesgo. Afortunadamente, gracias a la detección precoz y a los grandes avances en terapia oncológica de los últimos años, este llamativo incremento de la incidencia no se está acompañando de un incremento proporcional en la mortalidad.

¿Cuál es la época de más riesgo? 

El melanoma puede aparecer en cualquier momento del año. Sin embargo, las campañas de prevención y detección precoz suelen llevarse a cabo principalmente en verano. El motivo es doble. Por un lado, las quemaduras solares (el factor de riesgo mejor conocido) acontecen principalmente en esta época, y es fundamental recordar la importancia de prevenirlas. Por otro lado, es una estación en la que tenemos la piel más expuesta y visible y es más probable que nos demos cuenta de que nosotros mismos o un familiar o amigo presentan una lesión sospechosa.

¿Qué consejos podemos dar? 

Es fundamental una adecuada fotoprotección, tanto mediante el uso de cremas solares (aplicándolas 20 minutos antes de la exposición y reaplicando cada 2-3 horas y tras el baño), como utilizando barreras físicas como ropa oscura, gorra, sombrilla, gafas de sol, etc. Las orejas están muy expuestas al daño solar en personas con el cabello corto, así como que la radiación ultravioleta incide con especial intensidad sobre la nariz y, en el caso de las personas con alopecia, sobre el cuero cabelludo. También evitar exponerse al sol en las horas centrales del día en verano (de 12.00 a 16.00 horsas), porque la radiación ultravioleta que nos llega es máxima en ese intervalo y es cuando es más fácil quemarse y aumentar con ello el riesgo de padecer en el futuro un melanoma. Por otra parte, la autoexploración periódica en busca de lesiones sospechosas es esencial en el diagnóstico precoz. El melanoma puede aparecer en cualquier localización, pero clásicamente son más frecuentes en el tronco en los hombres, y en las piernas en las mujeres.

¿Hay manchas que deberían hacernos saltar las alarmas?

Las campañas suelen centrarse en la regla del ABCDE para ayudar a sospechar de un melanoma. Esta regla se basa en que una lesión que es Asimétrica, de Bordes irregulares, Coloración heterogénea, con un Diámetro de más de 5 mm y que Eoluciona (cambia con el tiempo) debe hacer saltar las alarmas. El llamado signo del patito feo es menos conocido, pero con frecuencia es incluso más útil (especialmente cuando alguien presenta múltiples lunares). Consiste en saber que, si una lesión pigmentada destaca como distinta al resto de las que tiene una persona concreta, debe levantar las sospechas de que podría tratarse de un melanoma. La detección precoz del melanoma resulta fundamental, porque el pronóstico varía drásticamente en función de si se diagnostica en sus fases iniciales o se diagnostica cuando ya está más avanzado, por lo que conocer estas señales de alarma puede salvarnos la vida. A diferencia de otros tumores, el melanoma lo tenemos a la vista, mostrándose ante nuestros ojos, por ello es esencial saber cómo sospecharlo y consultar a nuestro/a médico a tiempo.

¿Existen recursos tecnológicos para poder hacer seguimiento? 

Existen varias app que ayudan a realizar una autoexploración y seguimiento, que pueden tener especial interés en personas que presentan múltiples lunares y les resulta difícil llevar a cabo la vigilancia periódica. Algunas también afirman ser capaces de identificar si una lesión es sospechosa o no, pero de momento este tipo de inteligencia artificial todavía debe desarrollarse mucho antes de poder considerarse fiable. A nivel médico, en Dermatología (y cada vez más en atención primaria) utilizamos la dermatoscopia, técnica diagnóstica que permite apreciar características de los lunares no visibles a simple vista. En casos seleccionados que así lo requieren, disponemos incluso de un dispositivo de seguimiento digital.

¿Hay perfiles de más riesgo? 

Los consejos de fotoprotección son especialmente importantes en niños y adolescentes, ya que son las quemaduras solares en estas edades las que se vinculan más con un desarrollo posterior de melanoma en la edad adulta. También en personas de piel clara con tendencia a enrojecerse al exponerse al sol, que muchas veces son las que más intentan infructuosamente broncearse y lo único que realmente consiguen es ir acumulando mutaciones inducidas por la radiación ultravioleta que en el futuro pueden acabar en el desarrollo de un tumor cutáneo maligno (la piel tiene memoria). Los pelirrojos tienen especial riesgo de desarrollar cáncer de piel, por el tipo de melanina que producen. Las cremas solares son fundamentales en prevenir el cáncer de piel y las quemaduras y en minimizar el daño al ADN celular inducido por la radiación ultravioleta. No obstante, los factores de protección solar (SPF) que muestran los envases son los obtenidos en condiciones de laboratorio muy concretas. Por ello, los dermatólogos siempre recomendamos usar una crema con SPF 50, o al menos con SPF 30. Es importante que, a parte de la protección frente a radiación ultravioleta B, incluya protección frente a radiación ultravioleta A, lo cual suele especificarse mostrando la sigla UVA rodeada por un círculo. 

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