Al contrario de lo que se suele pensar, España no cuenta únicamente con dos archipiélagos. Tiene en su haber un gran número de islas habitadas y desiertas mucho más cerca de la península de lo que parece -y de una belleza increíble-. Llegan a ser casi 200 repartidas entre el océano Atlántico y los mares que bañan las costas españolas -Mediterráneo y Cantábrico-. Muchas de ellas son tan diminutas que resultan complicadas de encontrar, pero otras se han vuelto tan conocidas que en verano multiplican su población por miles.

Es el caso de la isla poblada más pequeña de España. Se encuentra a solo once millas náuticas -unos 20 kilómetros- de distancia de la ciudad de Alicante, muy cerca del cabo de Santa Pola. Se trata de la isla de Tabarca, que realmente es un archipiélago conformado por los islotes Nao, La Galera, La Cantera y la propia Tabarca. Su tamaño es de 1.800 por 400 metros y alberga a unos 50 habitantes en todo el año, aunque con la llegada del calor puede llegar a tener hasta 10.000 visitantes diarios.

Un territorio diminuto con múltiples monumentos

Cuenta solo con dos calles principales, seis callejones, una plaza y unos pocos establecimientos -unos diez hoteles y apartamentos vacacionales-, además de algún que otro restaurante y tiendas de regalos. Toda la isla está declarada Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural y sus aguas Reserva Natural Marina. Todo ello puede recorrerse a pie al completo, lo que hace que aumente aún más su atractivo. La existencia de la isla ya la conocían y aprovecharon los romanos, aunque anteriormente, los piratas musulmanes la usaban como refugio.

Ante las incursiones piratas, el rey Carlos III ordenó fortificar y repoblar la isla en 1760. La muralla de piedra cubre todo el perímetro, con caras exteriores en sillería y las almenas casi desaparecidas. Aun así, todavía hay tramos que se conservan perfectamente. Cuenta con tres entradas que siguen en pie: la Puerta de San Rafael frente al puerto, la Puerta de San Gabriel donde se han encontrado restos romanos y necrópolis y la Puerta de San Miguel. De esa misma época es la iglesia de San Pedro y San Pablo, de inspiración barroca y construida en 1779.

Pintorescas calles

Entre sus pintorescas calles se esconden algunos lugares llamativos como la Casa del Gobernador -que funciona como hotel-, las Cuevas del Llop Marí y el Museo de Nueva Tabarca. Paseando por el pueblo nos topamos con la Torre de San José del siglo XV y el faro del siglo XIX, desde donde disfrutar de un atardecer de ensueño. Tiene una única playa, pero diversas rutas para llegar a ella a pie. En ella se esconden algunas calas como Cales de Birros i la Guàrdia que puede recorrerse en barco para conocer otra faceta igual de maravillosa de la isla.