La temperatura del agua superficial en el Mediterráneo occidental, en las costas de la Comunidad Valenciana, Catalunya y Baleares, ha alcanzado este verano el valor máximo de los últimos 50 años y en algunas zonas supera los 30°, una bomba de relojería. De esta piscina caliente se evaporan millones de litros diarios, lo que supone almacenar gran cantidad de energía térmica en el aire, y sólo falta la chispa, esencialmente la presencia de aire frío en altitud, para la formación de tormentas violentas. El Centro Europeo de Predicción a Plazo Medio (ECMWF) ha advertido sobre el riesgo de que se registren en las próximas semanas precipitaciones de carácter torrencial.

En cualquier caso, un verano cálido suele llevar aparejado un otoño lluvioso, pero no siempre. En épocas recientes, por ejemplo, la temperatura del mar más similar a la actual se alcanzó en el verano de 1989, pero luego el otoño no fue particularmente violento. Sí lo fue en 1994, con un verano tórrido y repleto de incendios, y luego un otoño con trágicas inundaciones. Este año, el Mediterráneo supera su temperatura habitual en 4 o 5 grados.

GOTA FRÍA

El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, en Valencia, estima que el riesgo de este año es muy elevado y calcula que en septiembre la gota fría podría causar en la costa valenciana trombas de hasta 600 litros por m en dos o tres días, registros cercanos a los récords de 1982, 1987 y 1997. Alejandro Martínez, jefe de predicción del Instituto Nacional de Meteorología (INM) en Barcelona, insiste: "El calor podría contribuir a que la lluvia fuera torrencial".

Lo que está claro, según las previsiones del INM y el Meteocat, es que el calor se prolongará al menos 10 días más, "aunque es difícil que las temperaturas suban aún más porque ya están muy altas", dice Martínez.

El Mediterráneo suele alcanzar su temperatura máxima a principios de septiembre, por lo que aún es posible un incremento de uno o dos grados.

La Oficina Oceanográfica de EEUU informa de la presencia de áreas de 29,5° en el litoral del sur de Catalunya y Baleares. El análisis de la Universidad Libre de Berlín ofrece un 31° en la costa de Tarragona, mientras que el INM muestra el máximo, 30,5°, en Ibiza. Todos los casos superan los 26°, el umbral a partir del cual suelen formarse las trombas. Ello es debido a los inusuales meses de junio y julio, que juntos forman el periodo más cálido de las últimas décadas.